Imagen tomada de wordpress.com
Te oigo hacer el amor,
cuando lo haces Carmina,
Unas veces en la cocina
y algunas en el salón.
Las más, en el dormitorio,
cuando a la cama te vas
te comienzan a desnudar,
y vas formado jolgorio.
Y se escucha a tu marido
que dice: -No tienes remedio
¿También hoy se te olvidó,
comprar, la bolsa de hielo?
Tú, no paras de jadear
y entre tus gritos e insultos.
Te juro que me da susto,
tu manera de gozar.
No sé cómo son las demás,
pues a las otras vecinas,
se las escuchan, si orinan
toser, reír o cantar.
Y no se las oye nunca,
retozar ninguna noche.
Salvo Marina en el coche
que la traen de madrugá.
Son tan
despreocupados,
que noche si y noche no.
Cuando les
llega el orgasmo,
siempre le dan al claxon.
Despertando al
vecindario,
que, se están ya acostumbrando,
que cuando está clareando,
sean su despertador.
Josefa, como es viuda
solo la visita
el cura.
Dicen, que es un cara dura,
que solo viene a cenar.
Que el masticar o beber,
como no hace ruido.
No se sabe si
ha venido,
o si ya se fue, tal vez.
Pero tú serás Carmina
el terremoto diario,
que despierta al vecindario
cuando lo haces monina.
La razón es que los pisos
tienen tabiques tan delgados.
Que el arquitecto que los hizo,
no sabía insonorizarlos.
Y nos podríamos hablar,
por los conductos del aire.
como lo hacían antiguamente,
los marineros, en los barcos.
ASdG. 03 enero 2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario