domingo, 6 de noviembre de 2016

El Ángel del Hospital





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Me desperté, vi unos ojos verdes,
verdes como el mar en día claro.
¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?
Una voz dulce me decía: - Hermano,
en el hospital militar está usted,
tranquilo, ya le hemos operado.

Una figura vestida, vestida toda de blanco,
amable, secaba el sudor de mi frente.
Con muchísima ternura, ella cogía mi mano,
con dulzura intentaba tranquilizarme.
Mi corazón por su belleza, turbado,
por la anestesia, estaba turbia mi mente.

La corneta que se me antojaba, enorme,
a su cuello y cabellos, tenían ocultados.
¿Estoy en el cielo y, usted es un ángel?
Una sonrisa esbozó su linda boca,
unos dientes perfectos y muy blancos,
dio más belleza, a lo poco que dejaba ver la toca.

Soy monja, hermana de la caridad
usted es un legionario accidentado.
Muy pronto pasará a verle el cirujano,
él, le explicará mejor lo sucedido,
yo no sé más, de lo que le he contado.
Mi corazón latía, latía muy acelerado.

Volví a cerrar los ojos, estaba adormilado,
no sé por cuanto tiempo estuve así.
Me desperté muy mal, muy angustiado,
miré en todas direcciones. ¡Que sólo me sentí!
El ángel, la aparición, se había esfumado,
ninguna mujer, ninguna monja había allí.

Pensé será efectos de los anestésicos,
un sueño muy real, se me antojaba a mí.
Llamé a voces: ¡Enfermera, enfermera!
Y vino un cabo sanitario que me dijo:
No hay enfermera, tranquilízate lejía.
Para lo que necesites, me tienes aquí.

Estás en el hospital militar, en cirugía.
Aquí había una monjita y por tu culpa,
ahora está fregando platos y perolas.
La han trasladado hoy mismo a la cocina.
Hemos perdido una buena enfermera.
¡Puede que estés loco, por la bebida o, por la grifa!

No quise preguntar qué había pasado,
no sabía que podía haber sucedido.
El sanitario me culpaba de algo raro.
Yo no tenía conciencia, haberlo cometido.
No recordaba, nada ni de bueno ni de malo,
estaba confuso, hecho un lío, angustiado.

Vino a visitarme el Comandante Médico.
El Cirujano Jefe, el que me había operado.
Sus primeras palabras como trallazos,
a todo mi ser, a mi alma golpearon:
¡Animal! ¿Qué has hecho? ¡Insensato!
¿Por qué en la boca a la monja has besado?

Has conseguido que lo mejor de cirugía,
a la cocina, la hayan trasladado.
Y muy probablemente a ella la envíen,
de misionera al Congo o, a otro lado.
Eres un hijo de perr..Un cabr..Un desalmado.
Si te formaran un consejo de guerra, serías fusilado.

Yo no quise defenderme o excusarme,
la verdad no sabía de qué hacerlo.
Sólo pude preguntar: ¿Mi comandante?
¿Qué me ha pasado, de qué me ha operado?
Una mina has pisado y mucha suerte has tenido,
las dos piernas y una mano, solamente has perdido.

¿Eso es para usted, tener suerte mi Comandante?
Sí, porque la vida conservas, no la has perdido.
Te hemos cogido a tiempo, eres un hombre sano.
Rápidamente a Las Palmas te trasladamos,
allí en el hospital, te operarán los genitales,
que también la onda expansiva te ha dañado.

En poco tiempo, los dolores fueron remitiendo,
más cada hora el dolor de mi alma, acrecentaba.
No pensaba para nada en mis mutilaciones,
Sólo el castigo que impondrán a la monjita,
que, al Congo Belga, (después Zaire, y de nuevo Congo)
por mi culpa, sus superioras la enviaban.

Rogué al cabo sanitario que, me explicara,
lo del beso que le di yo a la hermanita.
Me contó que le pedí, una almohada,
ella rodeó con su brazo mi cuello,
y al ponerla bajo mi cabeza mullidita,
en la boca le estampé un sonoro beso.

Nada del beso en aquellos días recordaba,
no se ni como pude hacer yo eso.
Pesaba sobre mi conciencia y en mi alma,
llegué a tener tales remordimientos,
que no quería vivir, sólo deseaba,
que, en la siguiente operación, mi vida, terminara.

Llegué a Las Palmas en un avión de transporte,
al llagar mis genitales fueron operados.
me dijo el urólogo:  --Soldado, todo perfecto,
la operación ha sido todo un éxito.
Gracias a Dios, no ha sido usted más mutilado,
sus genitales están en su sitio, lo hemos salvado.

Para que quería yo los genitales,
si me faltaban las dos piernas y una mano.
Si sobre mi conciencia pesaba,
de aquella monjita su castigo, su traslado.
Caí en una depresión tan grande,
que, en un Psiquiátrico Militar, me internaron.

Llegaron a recuperar bastante bien mi mente,
después de varios y largos años.
Con mi pensión y en una silla de ruedas,
de residencia en residencia,
de ciudad en ciudad,
veinticinco años han pasado.

He venido a Málaga por semana santa.
La Virgen de la Paloma me ha impactado.
Virgen de ojos verdes, de ojos verde claro.
Son los de aquella monjita, la misma cara,
los mismos labios, labios que dicen que he besado.
Que los tengo muy presente y cada día he recordado.

He vuelto triste, muy triste a mi hotel,
en la cama me he tumbado, he puesto el televisor.
¡Dios mío, no puede ser, a la monjita que besé,
un periodista en francés, la estaba entrevistando.
le he puesto mucha atención e interés,
hace años lo estudié, et mon française est très mauvais.

La monjita ha contado que, debido a la guerra,
la hicieron prisioneras junto a otras religiosas.
Ella española, diez francesas y ocho belgas.
El ejército francés las ha rescatado,
han repatriado a las belgas y francesas.
Hoy sale del aeropuerto de París hacia Madrid,
Sor Ángeles, la monja malagueña.

La hermana de la caridad, misionera española.
ha pedido a las superioras de su congregación.
que no venga nadie a esperarla, a recibirla.
 Desea volver a España y a su tierra sola.
en el convento de la orden que hay en Málaga,
cuando llegue, ingresaría sin demora.

He pedido, que un taxi me traslade rápido al aeropuerto,
que debo llegar a Madrid urgentemente,
antes que el vuelo de París tres mil cuatrocientos veinte.
He llegado con la hora casi justa, pero suficiente.
El corazón me late a mucho más de mil por horas,
siento que me estallan los oídos, que se me seca la boca.

Comienzan a salir los pasajeros de ese vuelo,
veo a una religiosa con una bata blanca.
Al llegar a mi altura miré a sus ojos,
eran los mismos ojos de la Virgen de la Paloma.
Grité con fuerza: ¡Hermana, Sor Ángeles, hermana!
elle se abrazó a mi cuello, llorando, lloraba, lloraba.

También llore y sin poderme contener.
Con mis labios, fugazmente rocé su boca.
Ella sonriente me dijo al oído despacito.
Legionario, los años no te han cambiado
¡Cuánto he llorado y, por ti he rezado,
pensando que habías muerto y estabas condenado!

Sí, mi vida ha sido toda una dura condena,
ya que por mi beso al Congo la mandaron.
Me he sentido culpable toda mi vida entera,
de un castigo que, para usted, terrible ha sido
Legionario, no ha sido largo, ni duro, ni malo.
Fue la voluntad de Dios, del Altísimo.
Para ayudar a los hermanos africanos.

 Hermano, mi vuelo en una hora sale para Málaga,
tenemos para hablar ya poco tiempo.
 En Málaga la he visto en la Televisión Francesa,
y he venido a Madrid en avión, hace un momento.
Regreso con usted a Málaga si aún hay plaza,
si no es posible lo haré, en el siguiente vuelo.

Volamos los dos juntos hasta Málaga,
Más yo volé mucho más alto... Y más lejos.
Soñaba despierto, que nos habíamos casado.
Cuando llegamos a la Terminal del Rompedizo,
Me dijo: - Legionario, mañana nos veremos y hablaremos -

Nos vimos a los varios días en mi hotel,
hablamos de los años transcurridos.
Llorando me dijo que tenía un gran problema,
que sólo con sus superioras ha compartido.
Tendrá que abandonar los Hábitos,
ya que pronto, tendrá que cuidar a un niño.

Que en su secuestro ha sido violada,
varios paramilitares la forzaron.
Que viene embarazada de tres meses,
a pesar de tener cuarenta y ocho años,
no desea dar a su hijo en adopción,
ni dejarlo en un orfelinato.

 No lo he dudado, le he dicho: Sor Ángeles,
yo puedo ser para tu hijo un buen padre.
Pide dispensa de los votos y nos casamos.
Desde que te vi en el hospital me enamoré,
el beso que te di, aún no he podido recordarlo.
Por eso en Barajas, de nuevo lo intenté.

 Mi hijo tiene sangre negra, será mulato.
Deberías pensar en los inconvenientes,
Tus amigos, tu familia, en definitiva, las gentes
Yo no tengo familia, me crie en un orfelinato.
Cuando salí de él, a los dieciocho años,
quise ser militar y al tercio fui alistado.

¿Qué me puede a mí importar la opinión de nadie?
Si no tengo a nadie, a nadie tengo que dar cuentas.
Ya soy mayorcito, estoy cerca de los cincuenta.
Ángeles, piénsalo tú, que yo estoy ya decidido,
seré para nuestro hijo el mejor padre.
Tendrá la mejor madre, que suerte tiene este niño.

 Yo tampoco tengo familia alguna,
los que tenía, no los conocí, dicen que murieron.
En un orfelinato me crie y allí viví,
diecisiete años hasta que ingresé en el convento.
Con dieciocho años al hospital de Ifni fui,
llevaba cuatro meses, cuando lo del beso.

En el Congo he pasado treinta años,
nunca deseé volver y menos de esta manera.
Más nada ocurre sin que Dios no lo permita.
Ha sido su voluntad que, en la madurez,
me violen, me embarace y sea madre.
Cúmplase tu voluntad Señor, Señor Amén.


 Aún no sé cómo te llamas legionario.
Quiero saber tu nombre, ese será el de este niño.
Mi nombre me lo dio la monja que una mañana,
me encontró en la puerta, de la iglesia de San Patricio.
Me bautizaron con el nombre de Jesús María,
Aragón Expósito, me dieron por apellidos.

 Jesús, ya tengo de Roma Las Dispensas,
La Superiora General, hizo los trámites.
 Estoy libre de todos mis votos.
Jesús...Si, contigo deseo casarme.
Sé que serás para mí, un buen esposo.
Y para mi futuro hijo, su padre.

Mi orden me ha sugerido que la ceremonia,
sea en la capilla del convento, si así lo deseamos.
Se ha ofrecido como madrina de la boda,
la monja que a biberón me crio, ya es muy mayor,
para mí ella es mi madre, Sor Aurora.
No desea que ese día, me encuentre sola.

Yo he escrito al Ministerio de Defensa,
tenía que consultar algunos datos.
Me ha contestado el Señor Ministro,
propone ser nuestro padrino.
Lo haría gustoso, se sentiría muy honrado.
nos ruega le comuniquemos, el día que nos casamos.

-Debemos de fijar la fecha pronto,
aunque ya no llevo de la orden el hábito.
Continúo viviendo en el convento,
pronto será visible el embarazo,
para entonces deseo estar casada.
Legionario, desde el beso en el hospital, te qui...quiero. -

- Tu no fuiste culpable de mi traslado al Congo.
Aquel beso que en absoluto provoqué,
del que tú no fuiste ni responsable, ni consciente.
Yo en capitulaciones, antes la comunidad confesé,
que, sin haberlo provocado, ni en absoluto desear.
Sentí una sensación de agrado, y nada de pesar. -

-  Por eso como penitencia me enviaron al Congo,
cinco años como misionera debía allí pasar.
Transcurrido ese tiempo pedí a mis superioras,
el no volver, que allí como enfermera,
en el hospital de Gamboma, mi vida quería pasar. -

La fecha de la boda fue fijada, para primeros de mayo.
El Señor Ministro desde el hotel me vino acompañando.
con uniforme de gala para la ceremonia me vestí,
acababa de ser ascendido a capitán, mutilado en la reserva.
Nervioso, muy nervioso, pero muy contento,
como chiquillo, que a la feria va por vez primera.

Al llegar a la capilla, sentí mucha emoción,
de flores blancas y rosas rojas estaba llena.
Llegó Ángeles vestida de novia, que bonita estaba,
acompañada por una viejecita y dulce monja.
La comunidad cantaba el Ave María.
Ángeles, con mezcla de amargura y alegría, lloraba.

La ceremonia fue bonita y muy emocionante.
El Señor Obispo nos leyó una carta de Su Santidad.
Donde nos deseaba paz, amor y felicidad,
nos enviaba una Bendición Papal muy especial,
para nosotros los contrayentes y para el bebé,
que entre los meses de octubre y noviembre va a nacer.

El señor Ministro nos ha entregado las escrituras,
y llaves de una casa que es, regalo de su Ministerio.
Las monjitas han regalado todo el ajuar de Ángeles,
que noche y día han estado bordando y cosiendo.
Ahora están haciendo la canastilla toda de blanco,
dicen que así resaltará más ese niño, ese muñeco.

Cinco meses hace ya que nos casamos,
El embarazo muy bien lo hemos ido llevando.
Ángeles dice que soy un poco pelmazo,
que paso todo el día su vientre escuchando.
Y creo tener buenas razones,
hace tiempo que escucho, dos corazones.

Ángeles es una mujer maravillosa y alegre,
con una pizca de humor muy acertado.
ha venido hace un momento y me ha dicho:
 ¿Sabes que nuestro matrimonio, no es válido?
 Después de cinco meses, no lo hemos consumado.
¡Jesús María, gracias por no haberlo intentado!

 Esposa, la mina se llevó dos piernas y una mano,
los genitales, alcanzó también de lleno.
En Las Palmas fueron remendados,
no se si van a funcionar o no, ya es bastante tarde,
porque el tiempo de reclamaciones, ha caducado.
Esposo tienes muy buen humor y mucho agrado.

 Mujer de ti ha aprendido, de ti me ha contagiado.
Lo de los genitales lo sé, te atendí el día del accidente.
También sé que han quedado bien remendados.
Embarazada y…En estas cosas no tengo experiencia,
más sé que para ti no ha sido fácil la abstinencia,
lo veo en tus ojos, aunque sabes muy bien disimularlo.

El treinta y uno de octubre, nació Jesús María.
Sano bonito llorón y buscando de mamar.
La matrona dice que es, de chocolate un bomboncito,
¡Caramba, cuatro kilos ochocientos cincuenta,
si está medio criado este niño ya!
Ángeles por primera vez besó mis labios y dijo:
Legionario, la siguiente será niña, ya lo verás.

Y la siguiente fue niña, que vino al año justo,
Ángeles decía que no lo podíamos demorar.
Tenemos la pareja, estamos dichosos y contentos,
el niño un mulatito con ojos verdes, muy bonitos.
La niña la hemos llamado Paloma,
la cara de esa Virgen tiene, igual que su mamá.




                   La historia es invención de quien la ha escrito,
                                                   y cualquier coincidencia con la realidad, yo...le  llamaría, milagro.

                                                   AsdG. 13 octubre 2006.

                                                     
  

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