lunes, 19 de diciembre de 2016

Las propinas en centro Europa



El curioso origen etimológico del término ‘propina’
Del Blog. Ya está aquí el listo que todo lo sabe,
en 20 minutos.es


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Imagen tomada de viajejet.com


Allá por los años sesenta,
nos marchamos a Alemania,
con pasaportes de turista
un grupo de compatriotas,
cinco jóvenes parados.
Con la intención y los deseos
de poder encontrar trabajo.
Cuando a Alemania llegamos,
para atrás nos devolvieron,
por carecer de contrato.
Ya de vuelta para España,
en tren atravesando Suiza,
dijimos aquí nos quedamos,
pero esta vez por separados.
La experiencia nos enseñó
que en un grupo de cinco
eso, ya eran demasiado.
Uno se bajó en Zúrich,
el segundo lo hizo en Berna,
el tercer en Biël-Biennne,
el cuarto bajó en Lausanne,
y el último yo, en Ginebra.
Antes habíamos acordado,
que transcurrido dos meses
en la capital teníamos que vernos,
el veinticinco de diciembre.
En el día señalado,
los cinco estábamos allí,
con lágrimas en los ojos.
Pero contento al saber,
que todos teníamos trabajo.
Cada uno fue contando,
como le fueron esos dos meses.
Había anécdotas suficientes
para llenar varios libros.
Hoy relataré una mía,
de las que a mí me ocurrieron,
es la de las PROPINAS.
Cuando a Ginebra llagué
no hablaba nada de francés,
tampoco nada de italiano
y mucho menos de inglés.
Encontré una pensión,
para poder pasar las noches,
en la calle hacía mucho frio.
Cada mañana temprano
salía a buscar trabajo.
tenía muy poco dinero,
hacía una comida al día,
(Ya se habían acabado,
la conserva y el chorizo)
La comida consistía,
en un café y un pastelito,
en el bar de la estación.
Ojeaba allí la prensa,
en un apartado rincón
intentando de encontrar,
las ofertas de trabajo,
pero no entendía nada.
El que atendía la mesa
era el mismo camarero.
Bonjour Monsieur,
yo respondía: Buenos días,
por favor deme un café.
Él, abriendo algo más los ojos,
me decía como preguntándome ¿OLÉ?
Yo pesaba, nada sabe de español,
este solo dice Olé
en vacaciones, iría a los toros.
Queriendo mostrarme amable,
sonriendo le decía, Olé
y un café con leche me traía.
En el centro de la mesa,
había una bandeja,
con tapadera de cristal
dentro seis pastelitos,
distintos en tamaño y forma.
Parecer decían ¡Comedme!
Cogí uno, el más pequeñito
yo no podía tragarlo,
relleno estaba de queso
y además era salado,
lo dejé mordido en el plato.
e hice señas al camarero,
de que quería pagar,
le ofrecí mi monedero,
para que él se cobrara.
Estuvo rebuscado monedas,
entre las Pesetas y los Francos,
me cobró un Franco, quince
me dio la factura, el ticket,
donde había el siguiente cargo:
1 Café au lait……. 0.50- Fr. Suisse
1 Gateau, fromage.. 0.50- Fr. Suisse
Total quittance … 1.00- Fr. Suisse
Yo un día le pregunté:
¿Si no tenían pasteles dulces?
Me respondió en francés:
-No le comprendo Señor-
Al cabo de seis días
que yo había ya probado,
los seis pasteles distintos.
Ninguno me había gustado
y los dejaba en el plato.
Cuando le pedí la cuenta
y sobre un plato metálico,
el ticket puso en mi mesa
le di, lo que ascendía la cuenta,
una moneda de un Franco,
que por cierto eran de plata.
En francés trato que le diera,
quince céntimos de propina.
Yo le decía ¿Qué le pasa?
Señor, yo no comprendo francés
Si ya le ha pagado un Franco,
que es el total de la cuenta.
Asombrado me quedé,
cuando en perfecto español,
con acento de una región,
que ahora es autonomía,
me dijo, que la propina,
es obligatoria en Suiza,
que era un quince por ciento
 y no se incluía en la cuenta.
Ese era el precio del servicio,
lo que constituía su sueldo.
Le miré muy fijamente,
no le di los quince céntimos,
sobre el platillo puse, treinta.
Tuve deseos de decirle
muchas, muchísimas, cosa.
Y mordiéndome la lengua,
cogí la puerta y me fui,
nunca más a ese bar volví.
Transcurrido varios años
de renovar mi pasaporte
salía yo del Consulado.
El camarero llegaba,
sería, para tramitar algo.
Ambos nos reconocimos,
nos miramos un momento,
lo noté algo turbado.
Le dije sin acritud, en francés:
-Buenos días compatriota,
te invito a un café con leche-
No dijo ni sí ni no,
se puso de un color rojo,
con la mirada hacia el suelo,
dio la vuelta y se marchó.
Ya estará jubilado
y seguro retornado,
Si lee este comentario,
desde aquí le pido perdón.
Por invitarle a café,
no en español, sino en francés,
a la puerta del consulado.


ASDG. 22 Noviembre 2010
y
ASdG. 17 diciembre 2015/



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