El curioso origen
etimológico del término ‘propina’
Del Blog. Ya está aquí
el listo que todo lo sabe,
en 20 minutos.es
Imagen tomada de viajejet.com
Allá por los años
sesenta,
nos marchamos a
Alemania,
con pasaportes de
turista
un grupo de compatriotas,
cinco jóvenes
parados.
Con la intención y
los deseos
de poder encontrar
trabajo.
Cuando a Alemania
llegamos,
para atrás nos
devolvieron,
por carecer de
contrato.
Ya de vuelta para
España,
en tren
atravesando Suiza,
dijimos aquí nos
quedamos,
pero esta vez por
separados.
La experiencia nos
enseñó
que en un grupo de
cinco
eso, ya eran
demasiado.
Uno se bajó en
Zúrich,
el segundo lo hizo
en Berna,
el tercer en
Biël-Biennne,
el cuarto bajó en
Lausanne,
y el último yo, en
Ginebra.
Antes habíamos acordado,
que transcurrido
dos meses
en la capital
teníamos que vernos,
el veinticinco de
diciembre.
En el día
señalado,
los cinco
estábamos allí,
con lágrimas en
los ojos.
Pero contento al
saber,
que todos teníamos
trabajo.
Cada uno fue
contando,
como le fueron
esos dos meses.
Había anécdotas
suficientes
para llenar varios
libros.
Hoy relataré una
mía,
de las que a mí me
ocurrieron,
es la de las
PROPINAS.
Cuando a Ginebra
llagué
no hablaba nada de
francés,
tampoco nada de
italiano
y mucho menos de
inglés.
Encontré una
pensión,
para poder pasar
las noches,
en la calle hacía
mucho frio.
Cada mañana
temprano
salía a buscar
trabajo.
tenía muy poco
dinero,
hacía una comida
al día,
(Ya se habían
acabado,
la conserva y el
chorizo)
La comida
consistía,
en un café y un
pastelito,
en el bar de la
estación.
Ojeaba allí la
prensa,
en un apartado
rincón
intentando de
encontrar,
las ofertas de
trabajo,
pero no entendía
nada.
El que atendía la
mesa
era el mismo
camarero.
Bonjour Monsieur,
yo respondía:
Buenos días,
por favor deme un
café.
Él, abriendo algo
más los ojos,
me decía como
preguntándome ¿OLÉ?
Yo pesaba, nada
sabe de español,
este solo dice
Olé
en vacaciones, iría
a los toros.
Queriendo
mostrarme amable,
sonriendo le
decía, Olé
y un café con
leche me traía.
En el centro de la
mesa,
había una bandeja,
con tapadera de
cristal
dentro seis
pastelitos,
distintos en
tamaño y forma.
Parecer decían
¡Comedme!
Cogí uno, el más
pequeñito
yo no podía
tragarlo,
relleno estaba de
queso
y además era
salado,
lo dejé mordido en
el plato.
e hice señas al
camarero,
de que quería
pagar,
le ofrecí mi
monedero,
para que él se
cobrara.
Estuvo rebuscado
monedas,
entre las Pesetas y los Francos,
me cobró un
Franco, quince
me dio la factura,
el ticket,
donde había el
siguiente cargo:
1 Café au lait……. 0.50- Fr. Suisse
1 Gateau, fromage.. 0.50- Fr. Suisse
Total quittance …
1.00- Fr. Suisse
Yo un día le
pregunté:
¿Si no tenían
pasteles dulces?
Me respondió en
francés:
-No le comprendo
Señor-
Al cabo de seis
días
que yo había ya
probado,
los seis pasteles
distintos.
Ninguno me había
gustado
y los dejaba en el
plato.
Cuando le pedí la
cuenta
y sobre un plato
metálico,
el ticket puso en
mi mesa
le di, lo que
ascendía la cuenta,
una moneda de un
Franco,
que por cierto
eran de plata.
En francés trato que
le diera,
quince céntimos de
propina.
Yo le decía ¿Qué
le pasa?
Señor, yo no
comprendo francés
Si ya le ha pagado
un Franco,
que es el total de
la cuenta.
Asombrado me
quedé,
cuando en perfecto
español,
con acento de una
región,
que ahora es
autonomía,
me dijo, que la
propina,
es obligatoria en
Suiza,
que era un quince
por ciento
y no se incluía en la cuenta.
Ese era el precio
del servicio,
lo que constituía
su sueldo.
Le miré muy
fijamente,
no le di los
quince céntimos,
sobre el platillo
puse, treinta.
Tuve deseos de
decirle
muchas,
muchísimas, cosa.
Y mordiéndome la
lengua,
cogí la puerta y
me fui,
nunca más a ese
bar volví.
Transcurrido
varios años
de renovar mi
pasaporte
salía yo del
Consulado.
El camarero
llegaba,
sería, para
tramitar algo.
Ambos nos
reconocimos,
nos miramos un
momento,
lo noté algo
turbado.
Le dije sin
acritud, en francés:
-Buenos días
compatriota,
te invito a un
café con leche-
No dijo ni sí ni
no,
se puso de un
color rojo,
con la mirada
hacia el suelo,
dio la vuelta y se
marchó.
Ya estará jubilado
y seguro
retornado,
Si lee este
comentario,
desde aquí le pido
perdón.
Por invitarle a
café,
no en español,
sino en francés,
a la puerta del
consulado.
ASDG. 22 Noviembre
2010
y
ASdG. 17 diciembre
2015/
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