viernes, 30 de diciembre de 2016

Quién no ha vivido esta historia,

‘Profecía’

«Y me bendijo a mi mare;

y me bendijo a mi mare.

Diez séntimos le di a un pobre y me bendijo a mi mare.
¡Ay! qué limosna tan chiquita, qué recompensa tan grande.
¡Qué limosna tan chiquita, qué recompensa tan grande!»

  Rafael de León


Imagen tomada de gobiernodecanarias.com


Quién no ha vivido esta historia,
u otra muy parecida,
de adolescente o de joven,
de adulto o en la madurez,
y cada vez muchos más,
cuando llega la vejez.
¿Quién no ha sufrido en la vida,
por un amor que se fue?
Por el motivo que fuera,
y nos quedamos tan solos,
viendo que nuestra pareja
se la había llevado otro.
Yo no culpo a los dineros,
yo no culpo a los caudales.
Pocas veces es por parné,
son las cosas del destino,
son las cosas del querer.
Que, si nos pasa de jóvenes,
todos tratan de disculpar,
Diciendo y siempre es igual.
¡Eso no tiene importancia,
eso es cosas de chavales,
cosas, de la poca edad.
Si es en la juventud,
Se suele decir: ¿Hijo mío,
mejor que haya sido ahora,
y no casado y con hijos!
Si es en la madurez,
es más duro de soportar,
e imposible de entender,
difícil de perdonar.
Si esto pasa en la vejez,
es por haber enviudado,
por invertir en otro amor,
lo que dulzura tenemos,
y queremos darlo rápido.
Ya que como es ley de vida,
nos quedan muy pocos años.
Entonces es cuando más duele,
por miedo a la soledad,
y por las pocas ocasiones,
que la vida nos dará,
para poder reponernos
y de volverlo a intentar.
Siempre quedará el consuelo,
de poderle decir un día:
¿Si yo que fui tu marido,
O tu pareja, o tu novio o amante
A pesar de haberte ido,
y que solo me dejaste.
Te sigo quiero tanto,
que yo sería muy feliz,
si quien convive contigo,
te quiera una cuarta parte,
de lo que yo te he querido
y de lo que… te sigo queriendo.


ASdG. 21 marzo 2009

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