‘Profecía’
«Y me bendijo a mi mare;
y me bendijo a mi mare.
y me bendijo a mi mare.
Diez séntimos le di a
un pobre y me bendijo a mi mare.
¡Ay! qué limosna tan chiquita, qué recompensa tan grande.
¡Qué limosna tan chiquita, qué recompensa tan grande!»
¡Ay! qué limosna tan chiquita, qué recompensa tan grande.
¡Qué limosna tan chiquita, qué recompensa tan grande!»
Rafael
de León
Imagen tomada de gobiernodecanarias.com
Quién no ha vivido esta historia,
u otra muy parecida,
de adolescente o de joven,
de adulto o en la madurez,
y cada vez muchos más,
cuando llega la vejez.
¿Quién no ha sufrido en la vida,
por un amor que se fue?
Por el motivo que fuera,
y nos quedamos tan solos,
viendo que nuestra pareja
se la había llevado otro.
Yo no culpo a los dineros,
yo no culpo a los caudales.
Pocas veces es por parné,
son las cosas del destino,
son las cosas del querer.
Que, si nos pasa de jóvenes,
todos tratan de disculpar,
Diciendo y siempre es igual.
¡Eso no tiene importancia,
eso es cosas de chavales,
cosas, de la poca edad.
Si es en la juventud,
Se suele decir: ¿Hijo mío,
mejor que haya sido ahora,
y no casado y con hijos!
Si es en la madurez,
es más duro de soportar,
e imposible de entender,
difícil de perdonar.
Si esto pasa en la vejez,
es por haber enviudado,
por invertir en otro amor,
lo que dulzura tenemos,
y queremos darlo rápido.
Ya que como es ley de vida,
nos quedan muy pocos años.
Entonces es cuando más duele,
por miedo a la soledad,
y por las pocas ocasiones,
que la vida nos dará,
para poder reponernos
y de volverlo a intentar.
Siempre quedará el consuelo,
de poderle decir un día:
¿Si yo que fui tu marido,
O tu pareja, o tu novio o amante
A pesar de haberte ido,
y que solo me dejaste.
Te sigo quiero tanto,
que yo sería muy feliz,
si quien convive contigo,
te quiera una cuarta parte,
de lo que yo te he querido
y de lo que… te sigo queriendo.
ASdG. 21 marzo 2009
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